sábado, 24 de septiembre de 2011

Des.koncierto ::: La muerte del rock

El teléfono celular mató al concierto. 

Red Hot Chili Peppers tocó en el remozado Estadio Nacional el pasado 14 de setiembre y lo que debió haber sido un conciertón -liturgia del rock'n'roll- fue más que todo una retransmisión generalizada: una masa humana estática levantaba los celulares para grabarlo todo.

Un contrasentido. En vez de vivir el momento, muchos prefirieron registrarlo para subir los videos en Facebook, Youtube, Twitter. Así, los amigos podrían hacer click en "me gusta" e imaginar que se divirtieron en un concierto que ni siquiera disfrutaron porque quien graba no baila.

Peor aún son los resultados. Esos videos terminan siendo fragmentos mamarrachientos de imágenes y audio saturados que no se dejan ni ver ni escuchar bien. Son ataques al tímpano. Cuando me encuentro con alguno de estos en Youtube de inmediato apreto el botón "<". Vade retro. Entonces, el momento diferido tampoco se goza.

A diferencia de otros países, en el Perú los empresarios del circuito musical han creído (no sé si por lucro o huachafería) que es mejor partir la cancha en partes. La de más adelante es híper VIP, seguida por los sucios mesocráticos y los rezagados del fondo.

Lo mejor sería que la cancha sea una sola y los que quieran pagar más que se vayan a la tribuna o a sus palcos. Pero, no. Lo que sucedió fue que las entradas del primer tercio hacia el escenario, "Red", fueron vendidas a S/. 913.34; el sector del medio, "Hot", a S/. 386.67 y las del fondo, "Chili", a S/. 170.

Desde Oriente Alta, donde "vi" el concierto (pues los músicos eran pequeñas figuras abstractas a la lejanía -me parece que Flea tenía un buzo turquesa- y el sonido era tan basuriento que cuando Anthony Kiedis hablaba parecía arameo)* también se podían ver los celulares por cientos levantados unánimes en la primera parte de la cancha. Allí, en el reino del smartphone

El sector medio también alzaba sus celulares, aunque ya en menor proporción. Los más enchufados al celular eran los que estaban pegados a Red. Esta sección, Hot, no se llenó. Hacia el final de ésta, había espacios vacíos donde una chica revoloteaba con sogas plásticas brillantes, de luces de colores, made in China

Al fondo, ya eran pocos los que levantaban el celuloide. En realidad, los de la sección Chili fueron los más vacilados: se abrazaban, bailaban en círculos, hacían pogo, daban vueltas. Allí sí se disfrutó en vivo y en directo.

Para todos los demás, se acabó el rock. 

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*Menos mal no pagué por la entrada porque sino me hubiera asado. Los tickets llegaron de manera fortuita por alguna de esas cosas del colegaje periodístico...