jueves, 20 de agosto de 2009

Los príncipes del sur ::: Mi mala suerte



Esta semana se suspende la serie "Bandas de Brooklyn" por motivo de huachafería mayor. A continuación, otra bizarría peruana: la vecindad del chavo hecha cumbia...

Perú narco

"You know what I'm taking about, you fucking cockroach"

Uno de los grandes motores de la economía peruana es el narcotráfico- sector que abarca el 17% del PBI, mucho más que la manufactura (16%) y el comercio (15%). Parte del gran milagro económico del Perú se debe al crecimiento del negocio narco y si sigue su actual ritmo de expansión para el 2011 el país no se convertirá en primermundista pero sí en principal productor de hoja de coca y cocaína del mundo.

Hoy, los narcotraficantes que trabajan en el Perú ganan US$22 mil millones por la venta de cocaína. Al año salen por mar 256 toneladas de clorhidrato del Perú al extranjero, las cuales en su mayoría van a parar en las fosas nasales de estadounidenses y europeos. Los primeros en promedio pagan US$100 el gramo y los pichikateros de Europa -en especial españoles, italianos e ingleses- entre 80 y 120 euros.

La producción total de cocaína y pasta básica peruana es de 320 toneladas al año: un tercio de lo que se produce en el mundo. Del resto se hacen cargo los bolivianos y colombianos que con la ayuda de sus amigos mexicanos y gringos, entre otros, se la llevan hasta los consumidores del norte.

Parte de la debacle de Wall Street se debe al extensivo consumo de cocaína entre los operadores, gente que compraba y vendía, tomaba riesgos absurdos y tenía expectativas que solo corresponden a la euforia y grandiosidad que causa la coca. La delusión cocainómana solo reforzó lo más irresponsable y extravagante de quienes manejan las abstracciones financieras. Luego, la crisis mundial; pero ésta no ha afectado al narcotráfico, negocio que sigue viento en popa.

Este país rezuma mafia. El Perú es un organismo enfermo: donde se aplica el dedo brota la pichikata. Por los puertos de Salaverry, Paita y Chimbote, así como por otras caletas solitarias del litoral salen toneladas de cocaína, camufladas entre los pescados y tiburones congelados y en harina de pescado porque confunde a los perros de la policía antidroga.

Los famosos burriers, muchos de ellos extranjeros, sacan todos los días cocaína a través del aeropuerto internacional Jorge Chávez en sobres de olluquito y carapulcra y comida deshidratada en general; en botellas de pisco, valijas de doble fondo, utensilios de cocina y chocolates cusqueños.

Por tierra se esconde la droga en motores, cascos de moto, sacos de papa, maquinaria. Y es también por la vía terrestre en que más se transportan los insumos para completar el proceso químico de la cocaína, tal como el kerosene. A pie y por los escarpados valles transitan los "mochileros", quienes llevan la pasta básica a los laboratorios.

Por ejemplo, se les puede ver en columnas de 5-7 personas atravesando territorios machiguengas en el Cusco, por Alto Itariato, en dirección al Valle de los ríos Apurímac y Ene, epicentro de la guerra entre el ejército y el narcoterrorismo. Los nativos solo miran cómo se dirigen al VRAE desde los puestos de control a las afueras de sus poblados. Los dejan pasar por los alrededores, pero no adentrarse a sus pueblos. Cualquier cosa, disparan.

Como método adaptativo al transporte es más insólita la coca plástica- aquella cocaína que con un 80% de pureza adopta la forma de láminas o bolsas transparentes, o de corazoncitos, estrellas y animales moldeados y de colores que bien podrían pasar por chucherías chinas y llaveritos para la venta ambulante en las combis.

Y el medio aún más descarado de transporte y que supera al "plástico" es el del avión presidencial: en 1996 se encontraron más de 170 kilos en el fuselaje. En 1999 se hallaron 60 kilos en un barco de la Marina. & eso es lo que sale a la luz.

Uno de los personajes claves en la red narcotraficante en la que se movía Vladimiro Montesinos era Alberto Pérez Canetto, narco experimentado que entró en una psicosis causada por su propia cocaína al romper la segunda ley de Caracortada ("don't get high on your own supply") y quien se cayó de su departamento miraflorino en octubre del 2002. Había estado lanzando cocaína a manos llenas desde su balcón antes de colgarse de una cortina, calato y sobándose contra el muro, diciendo "qué rico el culo". La cortina hizo crac y Beto Pérez Canetto se estrelló contra la acera.

Durante su gobierno, Fujimori con la colaboración de su asesor Montesinos y otros personajes se encargaron de hacer del Perú un verdadero narcoestado. Si en distintos niveles estatales, incluyendo las fuerzas armadas y la policía, siempre ha habido connivencia con el narcotráfico, durante el fujimorato se llegó a niveles de escándalo.

Dado el auge del narcotráfico en los últimos años, es indudable que muchos sectores están involucrados en el negocio y hasta las personas más insospechadas- respetables señores y gente de gobierno. La maraña de participantes abarca todas las clases sociales, todas las regiones del Perú; todos los métodos, artimañas y fracasos calculados de la guerra antinarcótica.

Mientras que el discurso de algunos funcionarios va hacia la más rígida penalización del comercio y consumo de drogas, más bien el estado peruano debería de apostar por su mayor producto de exportación -la cocaína- y usurparlo en su propio beneficio. Es decir, que abiertamente tome el control del narcotráfico y que a través de leyes reglamente su venta, consumo y los programas de educación necesarios sobre esta droga.

& que el Perú no se aventure solo. Como buen narcoestado, el Perú debería de asumir su condición junto con sus pares en Sudamérica y formar un sólido bloque sudamericano de narcorepúblicas. Suena a delirio pero al final sería una unidad política y económica más sólida a la de todos los proyectos latinoamericanistas implementados hasta la fecha. También debilitaría el poder de las firmas, con sus contadores, traqueteros y todas las vírgenes de los sicarios.