jueves, 27 de agosto de 2009

Nuevo giro en el caso Fefer



Por segunda semana consecutiva se suspende el ciclo "Bandas de Brooklyn" debido a otra dimensión nacional- como parte del gustito chismográfico, el caso parricida Bracamonte-Fefer abarca portadas y programas de televisión. Ya nadie se acuerda de la gripe porcina y la gente se la pasa hablando sobre la muchacha lesbiana que con su ex amante habría contratado a un sicario para matar a su madre, la millonaria Myriam Fefer. Para sumarle puntos a la historia, Ariel el hermano de Eva -presunta asesina-, también es gay. En el video de arriba lo más interesante no solo son las declaraciones del señor Bracamonte apócrifo sino la cara de Rosa María Palacios... ¡plop!

Narkoturismo: otra maravilla del Perú

Cocaine tourist

No basta con que Machu Picchu sea una de las maravillas del mundo. El otro discreto encanto peruano es su reputación de paraíso narcótico, fama que arrastra a tantos turistas a conocer la oferta narko que este país tiene al igual que ruinas incas, preincaicas, coloniales y republicanas; gastronomía, naturaleza y variedad cultural.

En el extranjero, es bastante común decir "Perú" y tener como respuesta automática- "ah, el país de la coca". En realidad, prefiero hablar de las cientos de clases de papa porque la relación Perú-cocaína solo hace que parezca la republiqueta de Miranda, cierto país latinoamericano en una película de Buñuel que tenía a un embajador encantador con una valija llena de coca.

O también se presta para chistes malos. Una vez estaba en un bar en Harlem, un martes en black comedy night, y cuando uno de los comediantes se paró a decir sus chistes, me miró y preguntó de dónde venía (yo, white girl, whe're ya from?). Entonces, le dije, "Perú". De inmediato se puso a contar chistes sobre la cocaína peruana y se quedó tan prendido con el tema que aburrió al público y a los siete minutos le dijeron que se bajara.

Después también me tocó conocer de casualidad a unos empresarios de Iowa o Idaho en Argentina que cuando les dije, "Perú" se les iluminaron las caras y dijeron, "ah, tiene muy buenos productos". Estaba a punto de hablar sobre el algodón pyma, los espárragos y la papa amarilla cuando se enfrascaron en un floro sobre la excelente calidad de la cocaína peruana.

Hace poco escuché de un alemán que llegó al Perú y enloqueció al enterarse qué tan barato estaba el gramo de cocaína: el precio más módico del mundo, entre 10-30 soles o 3-8 euros. Al teutón no se le ocurrió mejor cosa que comprarse de saque 10 gramos. Al final, terminó hecho un pedazo de porquería y su enamorada, quien compartió su entusiasmo inicial, lo dejó varado en este país.

El cineasta Dennis Hopper también encontró su perdición en el Perú. Cuando vino con un equipo a rodar The Last Movie a comienzos de la década del setenta, justo después del éxito de Easy Rider, se fue al Cusco donde se juergueó con la producción, los hippies y drogadictos de la época todo el presupuesto para la película. Eran tan escandalosas sus fiestas que el gobierno de la revolución peruana tuvo que mandar a detenerlas.

En la actualidad se está dando en Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia lo que los ingleses han denominado el cocaine tourist. Es decir, el turista de la cocaína. El diario The Guardian (1.4.008) cuenta que en Bogotá los extranjeros prueban la merca como si fuera un producto típico del país, al igual que la gente va a comer carne en Argentina o tomar caipirinhas en Brasil. Incluso hay un recorrido turístico a Ciudad Perdida donde los extranjeros pueden ir a ver cómo se hace la cocaína y además probar sea la pasta básica o el clorhidrato.

En Bolivia hay una franquicia de lounges de cocaína clandestinos e itinerantes, Route 36, que es popular entre los turistas porque les sirven variedades de coca en bandejas, como era durante algunas reuniones aristocráticas de la Lima de antaño (solo que utilizaban azafates de plata pura). Sin embargo, se dice que hay más bares top que ofrecen esta clase de servicios también para la clientela local boliviana.

Si bien en el Perú no hay nada tan "institucionalizado", por así decirlo, es sabido que hay un filón turístico hacia la cocaína. Muchos extranjeros llegan al Perú con la expectativa de encontrar coca y si no la tenían antes, la desarrollan aquí, en conversación con otros turistas que comentan sobre la abundancia cocaínica en este país rezumante de coca y todos sus derivados, narcotráfico incluido.